Reporteros Sin Fronteras, París
¿Violentado por sus escritos?
Periodista y escritor deja de escribir tras ser duramente
golpeado
Reporteros sin fronteras denuncia con firmeza los actos de
tortura perpetrados contra Germán Uribe, periodista, escritor y ex diplomático
colombiano, el 28 de febrero de 2013, en la finca en donde vivía en la
población de Subachoque, a menos de una hora de Bogotá. La organización hace un
llamado a las autoridades para que investiguen esta agresión, con el fin de
luchar en contra de la impunidad y garantizar la libertad de información.
Germán Uribe nació en 1943, en Colombia. Adelantó la carrera
de Filosofía y Letras en la Sorbona, en París (Francia), lugar al que viajó con
la idea de conocer al escritor y filósofo Jean-Paul Sartre. Ha publicado diez
libros y escrito en numerosos periódicos y revistas en Colombia, Francia,
México, y Cuba., Fue embajador (E) en Alemania y entre 1974 y 1977 ejerció
también como Cónsul de Colombia en Berlín. En 1997, estableció la primera
Página Literaria colombiana en Internet. Hasta su agresión, trabajaba para la
revista Semana.com y el portal informativo Rebelión.
RSF: ¿Cuáles son sus temas de investigaciones en su
labor periodística?
En su mayoría, mis columnas en Semana y Rebelión estaban
criticando duramente al expresidente Uribe, a su entorno y a toda la
recalcitrante y peligrosa derecha colombiana que él lidera, así como a quienes
se vienen oponiendo a las conversaciones de paz con la guerrilla.
RSF: ¿Qué pasó exactamente el 28 de febrero de 2013?
Me tuvieron cerca de media hora secuestrado en mi finca de
Subachoque (Cundinamarca), donde me encontraba solo. Un hombre, con la cara
cubierta, me apuntó con un arma de fuego. Me propinó un golpe con la cacha del
revolver que me ocasionó una herida en la cabeza que me hizo sangrar
profusamente. Me encerró en mi alcoba, me ató las manos y los pies fuertemente,
me vendó los ojos y me metió en la boca una pañoleta. Después, la policía de Subachoque
descubrió que ésta tenía una inscripción que decía “Ejército de
Colombia-Batallón Contraguerrilla”. Tras torturarme con puños y patadas e
insultarme, y luego amenazarme con matarme, pero sin exigirme nada, intentando
salvar mi vida le dije que se podía llevar todo el dinero que tenía en un
cajón. Lo buscó hasta que lo encontró. Por fortuna, el administrador de la
finca me comunicó por un altavoz interno que ya bajaba hasta mi casa, lo que
asustó al hombre. Me acercó el revolver contra la cabeza y me dijo que me iba a
matar antes de irse. Yaciendo boca abajo y amarrado de pies y manos en mi cama
en medio de un charco de sangre, decidí llamar con toda la fuerza a mi
empleado, lo que le hizo retirarse. Al momento, me pareció escuchar la salida
veloz de un vehículo. Pese a que no vi a nadie más, le oí al hombre dirigirse
con una sola frase confusa a otra persona que probablemente estaba de vigía en
la puerta de la casa. Esto, y lo del carro preparado, me lleva a creer que eran
varios los asaltantes. Los administradores de las fincas vecinas, advertidos de
lo que estaba sucediendo, llamaron a la Policía que llegó sin demora.
RSF: ¿Sabe cuál fue el origen del ataque?
No tengo la menor idea, lo que me causa mayor zozobra.
Además, desconozco el motivo, que en todo caso no atribuyo a un robo por cuanto
fue por iniciativa mía que el hombre accedió a llevarse el dinero y dejarme con
vida. Lo que intriga es que hayan dejado la pañoleta militar con que me habían
tapado la boca. Sinceramente excluyo al ejército de esta burda torpeza de dejar
semejante evidencia. La pañoleta pudo haber sido un mensaje para que silenciara
mis críticas en Semana y Rebelión por parte de algún grupo
fanático e incontrolable del ejército. Pudo haber sido, también, una estrategia
de distracción de origen paramilitar o bandas criminales organizadas con algún
otro bien calculado fin.
RSF: ¿Existe un vínculo entre sus investigaciones y
su agresión?
Así como no puedo afirmarlo, tampoco puedo descartarlo, e
imagino que esa clarificación nunca se dará. La impunidad en Colombia ha sido
el gran combustible para que los crímenes de toda índole se vayan multiplicando
día a día. Lo que sí es seguro es que él venía a darme aparentemente “una
lección” y dejarme clara “una advertencia”.
RSF: ¿Denunció el ataque ante autoridad competente
para que se investigue?
No puedo señalar a nadie, no teniendo la certeza del origen
del ataque. Pero lo denuncié ante el Comandante de la Policía de Subachoque
quien me asistió inmediatamente después. En sus manos quedó la investigación
local. Por temor real y en derecho, no pensaba hacerlo ante ninguna otra
autoridad, y menos judicial, debido a la lentitud y a la tradición kafkiana de
la justicia colombiana. Aparte de esta denuncia, como mi esposa es la
Secretaria General de Ecopetrol, el Cuerpo de Seguridad de dicha empresa estuvo
haciendo sus propias averiguaciones, reuniendo evidencias, en contacto con la
Policía, el Gaula y otras autoridades regionales. Finalmente me vi precisado a
hacerlo también ante la Fiscalía General de la Nación.
RSF: ¿No pidió protección a las autoridades?
Son tantas las personas -incluyendo candidatos
presidenciales- que han sido asesinadas en mi país, bajo la protección de los
Cuerpos de Seguridad del Estado, con la complicidad de sus “escoltas” que,
francamente… prefiero vivir. Es por eso que no quiero cobijo o amparo por parte
de Unidad Nacional de Protección, ni de autoridad alguna.
RSF: ¿Se quedó en Subachoque después del ataque?
No. Debo proteger mi vida por encima de todo, entonces
abandoné la finca, que era mi vivienda, y a donde no pienso volver. Ahora,
busco la manera de hacerme invisible, desplazado como millones de colombianos.
RSF: ¿Seguirá haciendo su trabajo periodístico?
Como mi sentido de supervivencia en estos momentos es
superior a mi pasión por la escritura y el periodismo, por ahora, y no sé por
cuánto tiempo más, dejaré de escribir. Estoy invadido por un temor que ruego
que no sea más que una consecuencial paranoia pasajera. No obstante, sé que
volveré algún día… ¡si me lo permiten!
RSF: ¿Cómo avanza su recuperación?
De los golpes y la herida en la cabeza voy recuperándome
lentamente. Me encuentro aún en cama pero con los puntos que me cogieron en la
cabeza que se me han venido complicando. En cuanto a la afectación psicológica
y a los temores, cada día se me acentúan terriblemente.
Acotación
A la fecha, mi recuperación física es satisfactoria aunque
no plena. El porrazo sicológico continúa haciendo lo suyo sin descanso,
ingeniándose unas variables en mi mente a menudo macabras. Las autoridades de
policía y judiciales, y quienes espontáneamente prometieron investigar y
aclarar mi caso, terminaron por hacerse más invisibles de lo que yo me propuse
ser por estos meses para protegerme, aunque estuviese en ese exilio
constantemente victimizado por la zozobra y el miedo. En fin… el telón sigue
arriba y la “función” de mi vida aún no ha terminado.